Hoy 17 de octubre de 2009, fecha en la que escribo este artículo, se cumplen 75 años desde que falleciera D. Santiago Ramón y Cajal. Es mucha la información que me gustaría aportar a este suplemento de educación sobre tan relevante figura, sobre su biografía que resulta de sumo interés, su fecunda bibliografía, su pasión por la ciencia y por su puesto sus importantes descubrimientos en relación al sistema nervioso. Pero, claro, uno puede preguntarse qué tiene que ver la vida y obra de un médico, dedicado a además principalmente a la histología o estudio de los tejidos y células del organismo con la psicología y la educación.
Tratando de ser breve, pero pasando por todos los puntos del recorrido esbozado, sobre su biografía podemos destacar las grandes dificultades que presentó durante su infancia para el estudio. Su padre hijo de campesino, logró hacerse médico con muchas dificultades ya que tenía que trabajar duramente para costearse sus estudios y esto hizo que se empeñara en dar unos estudios a sus hijos. A Santiago lo puso a trabajar en varias ocasiones como ayudante de zapatero y de barbero debido a sus malas calificaciones, a pesar de lo cual llegó a conseguir varias cátedras de medicina en diferentes universidades españolas, varios reconocimientos honoris causa por algunas de las universidades más prestigiosas del mundo y el primer premio nobel de medicina para España en 1906.
Su obra incluye desde novelas, pasando por libros sobre fotografía, cientos de artículos científicos y manuales de medicina como Textura del sistema nervioso del hombre y los vertebrados, que hoy por hoy siguen siendo referencia como manuales de anatomía del sistema nervioso.
Su pasión por la ciencia le llevó a crear el Instituto de Investigaciones Biológicas, bajo el auspicio de Alfonso XIII, que llega a nuestros días como el actual Instituto Cajal dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
Sin embargo, lo que hace que D. Santiago ocupe un puesto de honor en las páginas de educación, son sus descubrimientos sobre la plasticidad cerebral. Sus investigaciones sirvieron para confirmar que las células de la corteza cerebral son independientes y que las dendritas o brazos de las neuronas pueden ramificarse y ampliar sus conexiones con otras neuronas gracias a la estimulación o al ejercicio mental o bien pueden retraerse y convertirse en brazos monoliformes, es decir, sin ramificaciones, por la falta de estimulación o actividad.
Estos hallazgos no sólo son la confirmación científica de la importancia de la educación y el trabajo intelectual a todas las edades, sino también la base de los tratamientos psicológicos que permiten cambiar nuestra forma de pensar y de ser para vencer determinados estados emocionales. Y, por supuesto, la base de los tratamientos rehabilitadotes para personas que han sufrido daño cerebral ya sea por dificultades relacionadas con el nacimiento o la herencia genética, o bien por traumatismos craneoencefálicos, accidentes cerebro vasculares, epilepsia o neurocirugía.
En 1904 en una de sus conferencias ofrecidas en un congreso médico internacional en Londres, D. Santiago ya habla sobre la importancia de la gimnasia mental y dice literalmente “ Si no temiéramos abusar de las comparaciones, defenderíamos nuestra concepción diciendo que la corteza cerebral semeja un jardín poblado de innumerables árboles, las células piramidales, que gracias a un cultivo inteligente pueden multiplicar sus ramas, hundir más lejos sus raíces y producir flores y frutos cada día más exquisitos”